Gamer
No es casual que los autores de las dos entregas de “Crank” hayan concebido su siguiente proyecto como un videojuego en la gran pantalla. La polifacética imagen plástica que se daba en el violento e hiperkinético Chev Chelios se traduce ahora en un relato de un corte más clásico, con ecos de “Perseguido” o”Blade Runner” trasladado a la sociedad post-11S obsesionada con la vigilancia, el anonimato y los reality shows.
Pese a su aspecto de macho movie y ciencia ficción postmoderna, se esconde un interesante mensaje sobre la identidad y el control, que va desde la política (su visión más obvia) hasta el autocontrol orwelliano que han dado plataformas como Facebook, pasando por la necesidad de nuevos roles, sustitutivos de nuestra personalidad (o quizás una visión desnuda) que nos otroga el ocio en “Second Life”, ¿trata la película paralelamente de hablarnos de las consecuencias del ocio como herramienta social agresiva?. Dejando de lado ese aspecto, su mensaje principal es mucho más transgresor de lo que cabe imaginar a simple vista, al enunciar, e inmediatamente negar, la necesidad de tomar partido por otros, en un ejercicio de individualismo mucho más elegante que películas como “V de Vendetta”. La película equilibra ese universo cerrado con excesivas escenas de acción difíciles de seguir pero que mantienen el ritmo a la verdadera voluntad catártica de la liberación del protagonista. La mala leche, la honestidad de la propuesta y su actitud abiertamente punk, se adhieren a una exagerada utilización de la violencia y el sexo para otorgar un producto muy digno y apreciable de serie B.
En definitiva, un retorcido viaje entre universos visuales alucinantes, un ritmo envidiable y un espíritu más clásico de lo que su realización puede sugerir a simple vista, hacen de “Gamer” una película franca y entretenida que nunca deja de sorprender en todo su metraje.